lunes, 10 de diciembre de 2012

Un castillo

Increíblemente esto me lo dijo un jefe hace un par de años tomándome una birra. Claro, el tipo es la vaina más fría que hay y a pesar de que tenía sentimientos sabía a quién demostrárselos y a quién no. "¿Quieres saber mi técnica?, simple, imagina tu vida como un castillo, ¿cómo una fortaleza. cómo ves tus muros?" a lo que le contesté que normales. Acto seguido me preguntó que cuántas salidas imaginaba, le respondí que solo una. Y me dijo .- Ese es el problema de la gente común, siempre hay una entrada y una salida, por eso la gente suele llegar, pero cuesta mucho para dejarla ir. La solución, es hacer una entrada muy pequeña en el castillo, una entrada llena de grandes expectativas que deba tener la gente para poder entrar y muchas, pero demasiadas salidas, cosa que cuando sea necesario su fuga, expulsión o simplemente su despedida no pegue tanto.
Es algo muy cruel si se ve con ojos de una persona enamorada, o de una persona que simplemente está muy apegada a otra. Pero es la mejor forma para que las decepciones amorosas y en el ámbito de la amistad no duelan tanto.
Las personas siempre andan en búsqueda de su felicidad. Y muy pocas veces se detienen a ver cuál es la tuya. Cuando lo hacen, aparecen las relaciones, esas bellas historias de amor donde Juan conoce a María y tienen una relación larga, duradera, eficaz y eficiente. O también esas historias donde tu abuelo te cuenta cómo conoció al señor Ramiro, cómo crecieron robándose mangos de la casa de al lado, y cómo llegó a ser el padrino de tu madre. Lamentablemente, muy pocas personas llegan a ser así hoy en día. Sí, eso nos incluye a nosotros, a ti que me estás leyendo y a mí que estoy escribiendo. La felicidad individual es el estandarte en esta guerra llamada vida. Donde la gente comete errores despreciables e imperdonables con la excusa de que ya no es feliz, o que eso que hace es para sentirse así. Algunas veces es verdad, y a pesar de que te duele, debes aceptarlo, bajar la cabeza, aceptar responsabilidades y aprender a ser feliz con lo poco o nada que queda de esa persona. A veces la felicidad de una persona puede ser la desgracia de muchas, y es ahí, mis queridos y contados lectores, donde el castillo de ese ser debe ser derrumbado.
Y sha.